Perspectivas optimistas

Como quiera que los primeros permanecen en cotas bajas y el empleo se mantiene estable, al menos el sector residencial mantendrá una buena situación. Si a esto le añadimos que los cálculos del propio sector estiman que en los próximos diez años se necesitarán más de dos millones de nuevas viviendas, los emigrantes estabilizarán su situación en nuestro país y se convertirán en nuevos demandantes y que los ciudadanos extranjeros siguen viendo con buenos ojos el adquirir una residencia en nuestro país para sus periodos vacacionales o de retiro, las previsiones no pueden ser más que favorables para el sector. Eso sí, los promotores inmobiliarios deberán tomar las medidas oportunas para tratar de adecuar sus productos a lo que la demanda necesita. También sería positivo que las administraciones públicas revisaran los modelos de planes de vivienda en vigor que, para los agentes del sector inmobiliario, ya hace años que deberían haber sido cambiados porque se encuentran desfasados y no cubren las necesidades para las que deberían estar previstos. Los profesionales demandan que estos planes vayan orientados a las personas que verdaderamente necesitan ayudas y que no se distraigan recursos en otros grupos que pueden acceder al mercado libre.
El sector demanda de las administraciones una mayor coherencia a la hora de legislar en materia urbanística y un verdadero pacto de Estado que ponga fin a los continuos cambios que se producen en la materia en cuanto cambia el partido de gobierno, ya sea en el país o en las distintas autonomías.